Sentina

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Casa costumbrista( oleo)

domingo, 7 de septiembre de 2008

Divagaciones en derredor de lo humano-fragmento

“LA INEXORABILIDAD”-DIVAGACIÓN PRIMERA
“Así todo se fue hilando de manera intensa y dolorosa para la familia; amargo el ver como la tía consumía sus días en accesos de blasfemias y sangre, postrada en una cama esperándola, siendo un punto en el infinito y dilatado espacio a la expectativa de que ella acompañara su camino hacia el estertor. Quizá tía no esperaba un acto de redención de parte de Mariana, ni un arrepentimiento sincero y abnegado con el cual irse feliz hacia el silencio expedito que es la muerte, todos estábamos seguros de que tía tan solo necesitaba su presencia cercana, una mirada... su escalera para salir de la sentina de esa cama ya sucia hacia mucho- desde que mariana recayó- , tía solo se empeñaba en seguir agonizante a la larga espera de verla entrar por la puerta….
La familia sintió de golpe toda esa tensión de tía –ya fundida en el silencio expedito, hermosa-, tensión de días y noches de angustia, tensión de dolor materno; quizá también miedo, miedo por estar ante la inexorabilidad de la tragedia, porque aquella irrupción era el cierre del circulo trágico de la realidad, donde el inicio y el fin son un mismo miedo que se siente ante la mole, hasta aquel instante ininteligible, que es el sino que nos arrastro; todos sentimos de golpe como el punto único del infinito se convertía en una hija prodiga entrando por la puerta de la funeraria; mamá no pudo disimular su odio hacia ella, luisa-mi hermana- su única amiga años atrás, la miraba con nostalgia y una sorpresa acaso cálida por saberla viva…así también, la familia entera hundida en el grave dolor de la muerte ajena, sintió al mirar a mariana un ligero escape- inclusive lo sentí por parte de la exánime- directo al odio por la hija ingrata. Yo solo pude ponerme nervioso, aún en la preponderancia de tener frialdad para percibir lo que ahora es materia literaria, la frialdad fue un rubor tibio que subió por el cuello y se instalo en el rostro. Aunque proverbialmente demacrada y con un oscura sombra en su mirada, me seguía pareciendo hermosa; su luto constaba de una escueto vestido rojo manchado y vejado irregularmente; el conjunto que constituía a mariana (la mariana de tía, la mariana que esperaban todos, la mariana que vimos por ultima ves antes de que se fuera de casa, mi mariana, la que entro) era un tristísimo testimonio de lo que fue su vida, elocuente en cuanto triste y cierto: una desgracia. La atención de la cámara se centro más que en la exánime, en aquella hija que nunca la visito en su agonía prolongada, pero puedo asegurar que mariana apenas si sintió todo el odio y el desprecio que emanaba de su propia familia. Recuerdo que entro casi arrebatada por la ebriedad, tambaleándose levemente en cada paso por esa sala triste, cuando dio vuelta y observo un imponente féretro negro coronado con el nombre de su madre en una cinta purpura, se llevo una mano a la boca, lanzo una queja inaudible y sus ojos rebosaron de lagrimas negras; temblaba, descompuesta temblaba y sus pasos menguaron vacilantes ante la proximidad de su madre; al llegar al vértice del féretro no pudo contenerse más: cayó de rodillas y lanzó un desgarrador lamento, y su vestido rojo ajado jugo con las rosas perpetuas y condolidas, cada punto del infinito moría, las rosas morían, yo moría, mariana moría aun mas vertiginosamente, su vestido moría, el silencio cortado por un lamento moría, todo era un mismo sentimiento de defunción….la familia en pleno lo sintió como propio, silenciosos en el solemne momento del encuentro…..
Y yo atento a guardar cada percepción no tuve opción que dolerme igualmente, conmovido…tía había muerto tras una dolorosa enfermedad, mariana estaba peor que nunca, no era tiempo para escribir líneas que morirán….Lo ulterior fue producto de las intensas emociones que cada quien se guardaba: mama respeto su dolor por unos pocos minutos, tal vez ella también lo sentía- me refiero a la extraña alegría del reencuentro mezclada con la lastima que yo experimente al ver a mariana hincada llorando sin consuelo-pero sus emociones agolpadas y exacerbadas por el dolor de hermana la llevó a cometer un acto poco noble ante la situación: mariana en el piso deshecha en lagrimas sufrió una lluvia de agravios y patadas por parte de mi madre que nadie quiso controlar y que me dieron una pena muy grande, una vergüenza intima….apenas le dolería un poco a mariana los golpes de mama, eran ínfimas quejas sin contundencia alguna; aletargada mariana en un dolor contenido por años, no creo que haya sentido dolor; al final mama fue postrándose ya sin fuerzas y dando pequeños golpes a una mariana desolada que la observo con mirada tristísima…se fundieron en un abrazo y el patetismo de la escena estuvo completo. Hubo un estúpido que aplaudió el abrazo, fui el primero en mirarle con odio puro para censurarle la grandísima pavada que hacia, aplaudía frente a una extinta dama que sufrió los rigores del cáncer tanto como el dolor de tener una hija disoluta y egoísta; el estulticio no tuvo más opción que callar y salir. Tras el salí yo, sin idea fija del motivo de la salida; mucha gente sale en los velatorios como huyendo de la muerte, como buscando de nuevo la realidad, las cámaras de velación tienen un aire grávido que solo pueden respirar prolongadamente los dolientes mas golpeados...y los muertos…..pero yo necesitaba ordenar aquella experiencia, las cosas ,las ideas, los símbolos, los sentimientos , las sensaciones y por supuesto las interpretaciones se apilaban en una cabeza enamorada, ya por ello inhabilitada; los jóvenes necesitamos salir en los velatorios porque no soportamos el aire grávido de la muerte, se nos presenta tan lejana aquella realidad que viene siendo la única, la muerte, pero insensatos e irreverentes huimos a la calle y su realidad de aires vagos; cuando el cigarrillo se extinguía casi, mariana salía corriendo del lugar.
De nuevo el grávido aire, el luto y la muerte, las caras viejas y escurridas llorando y las jóvenes más atrás guardando reverencial y prudente silencio, una que otra visita al rostro de tía, la noche y las rosas que se saben como próximas a morir.”
Augusto leyó aquella curiosa redacción sobre la muerte en otro funeral. La había escrito el sobrino de la finada Berenice Valencia a propósito de lo ocurrido en la noche de su velorio; tenía una vaga hermosura lirica, quizá por el furtivo miedo a la muerte y a la inexorabilidad; pero le parecía que los hechos se veían acentuados, exagerados y deformados a pulso de figuras retoricas; los hechos podrían ser menos graves que los narrados, o bien, menos sentidos y significativos en cuanto a que se configuraba con demasiadas suposiciones y metáforas; se preguntaba si las flores de la señora Berenice Valencia no serían las mismas del funeral que tenia en frente, flores que en todo caso no han muerto, o si el vestido seguiría vejado, si iría a una lavandería, un motel, a la basura… vestido que no ha muerto . Era de concederle al autor el hecho de que lo escribió en una sola tirada, no tenia corrección alguna, Augusto lo recibió temprano en la mañana del martes mientras un coche fúnebre con una cinta purpura se dirigía al cementerio; ponerlo en consideración o desecharlo, estaba ante esta disyuntiva cuando irrumpía su autor totalmente descompuesto, ataviado con un luto que parecía ya su muda casual, pero extrañamente descompuesto; se dirigía directamente hacia el lugar que ocupaba Augusto, mientras este con una mirada atónita lo recibió pensando en la impertinencia que era el hablar de trabajo en un acto piadoso-
-Estás frente a la protagonista
-¿cómo dices?
-Mariana se suicido, se suicido, se ha suicidado….
L a cinta púrpura rezaba: Mariana Villa V.

“LA INEXORABILIDAD”-DIVAGACIÓN SEGUNDA
Mariana ella, la disoluta, la perdida……
Su mente estaba vacía de recuerdos, de un pasado inmediato y efímero estaba constituida su mente. Si caminara por la misma calle que lo hace ahora y encontrara a su madre, a su tía, a Luisa o a cualquier rostro que formo su pasado, seguramente seguiría de largo como ahora lo hace a paso vacilante y perdido. En aquel plano de la posibilidad que no fue, su madre, su tía, Luisa o cualquier otro rostro que formo su pasado seguramente retrocedería sobre sus pasos y la encararía, le reprendería con algunas palabras sutiles y luego le abrazaría y llenaría de besos, pero en aquel plano como en este Mariana no los conoce, no conoce el mundo inmediato lleno de formas y valores, ni al sol que estalla y crepita allá arriba, ni la luna que lo secunda, ni los vastos mares como letras que se han escrito, no conoce al espacio ni al tiempo, no conoce sino a una realidad de formas ondulantes que deforman los objetos frente a ella y que se acercan peligrosamente hacia su cuerpo mientras ella intenta gritar y cuando lo logra hacer se percata de que es un grito ondulante como aquella realidad y que siente una opresión en el pecho insoportable e intensa como la velocidad de las ondulaciones de la realidad, de ella misma…..
Camina sin saber si la línea, ella como es sucesión de puntos sobre el espacio, es perfectamente recta en realidad o si es como ella la ve, serpenteante, caprichosa y difundiéndose con todo hasta volverse hacia ella y oprimir el pecho acongojado y triste…su madre a muerto, ¡su madre! Su recuerdo vuelve acompañado del pasado que se fue para siempre como ella ¿dónde está el pasado? ¿quien lo tragó?... jamás podrá decirle que la olvido a fuerza de querer sufrir, su madre, ella hermosa, esta fundida en el silencio, es el silencio, y duele su muerte porque no oirá de su boca dulce, de la carne de su carne, que la realidad ondulante la asusta…..
Mariana ella, la disoluta, la perdida…se hallo ahorcada en un semáforo. En los bolsillos de su vestido rojo vejado 3 papeles: una prueba de embarazo positiva, una prueba de VIH igualmente positiva….la carta de Luisa que decía que mamá había muerto, Mariana ella, la expiada, la hallada.
GERMÁN PARRADO/año 2008

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